sábado, 22 de noviembre de 2014

Justificación

La masacre de las bananeras fue una de las masacres más terribles y llena de hechos aun sin esclarecer que marcó la época donde ocurría un gran cambio económico e industrial en el país. La transformación social que acompañó la rápida expansión de la producción bananera produjo muchas tensiones ligadas al hecho de las pésimas condiciones de trabajo que vivían los trabajadores de esta zona, quienes no tardaron en hacerse escuchar. Una huelga, una masacre, una memoria incompleta, fue lo que quedo de aquel trágico 5 de diciembre de 1928; nadie supo decir con exactitud lo que realmente sucedió esa madrugada, cuántos trabajadores fueron asesinados y que sucedió con sus cuerpos. El cómo se recuerda y quienes lo hacen es el objetivo de esta recopilación, ya que debido a que la memoria Colombiana juega un factor importante en el futuro de sus acciones. Sin poder recordar los errores cometidos y tener objetividad en los mismos es muy probable que estos se repitan, aunque en diferente contexto y por diferentes motivos. Y que mejor para ello, que una tragedia sucedida a principios del siglo XX que marcó la historia Colombiana aún con vacíos en la memoria.

Análisis Hanna Arendt

“La violencia no es irracional ni inhumana: es un instrumento que surge por la rabia y la injusticia y es tentadora por su rapidez e inmediatez. Donde el poder está en peligro aparece la violencia y lo hace desaparecer sin proponer alternativa.” 

Propone Hanna Arendt en su libro Sobre la violencia que la violencia no es más que un instrumento que surge debido a la rabia y la injusticia, además surge cuando el poder está en peligro y lo hace desaparecer. Esto se evidencia claramente en el hecho de que los trabajadores de las plantaciones de banano iniciaron la huelga obteniendo el poder sobre la producción de esta fruta, exigiendo que se cumplieran su peticiones; sin embargo el Gobierno tomo las medidas necesarias para que esto no ocurriera, recurriendo a sus fuerzas militares y a la violencia. En este caso, el poder y la violencia son opuestos, el poder no necesita justificación, lo que necesita es legitimidad. Y la violencia nunca será legítima.

¿Tienes la memoria Chiquita?



Los Hechos

Sangre en la plantación. La muerte de un número indeterminado de manifestantes en Ciénaga por tropas oficiales se convirtió en un hito de las luchas obreras y un mito para la historia y las letras colombianas.




“Todavía no eran la muerte: pero llevaban ya la muerte en las yemas de los dedos: marchaban con la muerte pegada a las piernas: la muerte les golpeaba una nalga a cada trance: les pesaba la muerte sobre la clavícula izquierda; una muerte de metal y madera que habían limpiado con dedicación”
Álvaro Cepeda Samundio, La Casa Grande


La United Fruit Company

Para finales de los años 1920, la United Fruit Company, había consolidado el monopolio en la producción del banano más poderoso en América Latina, y en Colombia operaba en una amplia región del departamento del Magdalena conocida como la "zona bananera", en la que la compañía funcionaba como una típica economía de enclave, con su propio ferrocarril, telégrafo, tiendas e incluso con su propio sistema de salud.

"Cuando sonó la trompeta, estuvo
todo preparado en la tierra,
y Jehova repartió el mundo
a Coca-Cola Inc., Anaconda,
Ford Motors, y otras entidades:
la Compañía Frutera Inc.
se reservó lo más jugoso,
la costa central de mi tierra,
la dulce cintura de América.
Bautizó de nuevo sus tierras
como "Repúblicas Bananas,"
y sobre los muertos dormidos,
sobre los héroes inquietos
que conquistaron la grandeza"
Pablo Neruda: “La United Fruit Co.”




Su posición monopólica le permitió actuar impunemente como una república independiente, sometiendo a más de veinte mil trabajadores, empleados en sus plantaciones, a condiciones laborales y de vida, subnormales, que pronto conducirían al levantamiento de los trabajadores.

La Huelga y la masacre



Ante las adversas condiciones a las que fueron sometidos cerca de 20.000 trabajadores bananeros por parte de la United Fruit Company, estos iniciaron una huelga general en 1928. 

“La huelga grande estalló. Los cultivos se quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de ciento veinte vagones se pararon en los ramales. Los obreros ociosos desbordaron los pueblos. […] Allí estaba José Arcadio Segundo, el día en que se anunció que el ejército había sido encargado de restablecer el orden público.”

Gabriel García Marquez, Cien años de Soledad

Después de casi un mes de huelga de los diez mil trabajadores de la United Fruit Company, corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga. Era un alivio para los huelguistas, pues no habían recibido del gobierno conservador sino amenazas y ninguna respuesta positiva de la multinacional. Los huelguistas acudieron en masa a la estación de Ciénaga al encuentro con el primer funcionario gubernamental que se dignaba hablar con ellos. Como no llegaba, los ánimos se fueron exacerbando, tanto entre manifestantes como entre soldados emplazados en el sitio. Es en este punto del recuento cuando la ficción reemplaza los vacíos de la memoria: 

José Arcadio Segundo estaba entre la muchedumbre que se concentró en la estación desde la mañana del viernes. [...]. No se sentía bien, y amasaba una pasta salitrosa en el paladar, desde que advirtió que el ejército había emplazado nidos de ametralladoras alrededor de la plazoleta, y que la ciudad alambrada de la compañía bananera estaba protegida con piezas de artillería. Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras. Aquello parecía entonces, más que una recepción, una feria jubilosa. […]Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio. […]

Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.

-Señoras y señores -dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada-, tienen cinco minutos para retirarse.

-¡Cabrones! -gritó-. Les regalamos el minuto que falta.

Al final de su grito ocurrió algo que no le produjo espanto, sino una especie de alucinación. El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto. […] 

Cuando José Arcadio Segundo despertó estaba boca arriba en las tinieblas. […] Dispuesto a dormir muchas horas, a salvo del terror y el horror, se acomodó del lado que menos le dolía, y sólo entonces descubrió que estaba acostado sobre los muertos. No había un espacio libre en el vagón, salvo el corredor central. Debían de haber pasado varias horas después de la masacre, porque los cadáveres tenían la misma temperatura del yeso en otoño, y su misma consistencia de espuma petrificada, y quienes los habían puesto en el vagón tuvieron tiempo de arrumos en el orden y el sentido en que se transportaban los racimos de banano. Tratando de fugarse de la pesadilla, José Arcadio Segundo se arrastró de un vagón a otro, en la dirección en que avanzaba el tren, y en los relámpagos que estallaban por entre los listones de madera al pasar por los pueblos dormidos veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo."

Gabriel García Marquez, Cien años de soledad

Que los soldados estaban bebidos, que los trabajadores también; que algunos gritaron consignas patriotas; que no, que vociferaron agresivamente abajos a la multinacional y al gobierno; que desconocieron la orden de desalojo; que nunca la hubo; que la primera bala no la dispararon los militares; que murieron muchos, no sólo nueve; que fueron cientos, cuando no miles; que los llevaban en trenes al mar; en fin, que fue una masacre preparada; no, que fue resultado de las circunstancias...

Masacre de las bananeras

Por: Ricardo Barrios  Z.

Periodico EL Heraldo

El 3 de diciembre pasado se cumplieron 85 años de haber ocurrido el truculento asesinato de obreros y campesinos de la Zona Bananera del Magdalena, en la histórica plaza de la Estación del Ferrocarril, de la ciudad de Ciénaga, mi tierra natal.

Artículo completo: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/masacre-de-las-bananeras-136238